A poco menos de cumplirse un año de la aprobación de la ley que prohíbe el uso en lugares públicos y la comercialización de los sistemas de administración de nicotina, cigarrillos electrónicos, vaporizadores, calentadores de tabacos y otros dispositivos similares, con o sin nicotina en la República, el debate sobre los derechos de libertad a escoger entre este tipo de productos continua abierto.
Al mismo tiempo es innegable la comercialización clandestina de estos productos, su publicidad en Internet y los esfuerzos de las compañías por recuperar su mercado.
Por años se ha asociado el uso del tabaco o cigarrillos con el cáncer de pulmón, considerado como el más mortal de los canceres a nivel mundial. En las últimas dos décadas se ha impuesto la modalidad conocida como cigarrillos electrónicos, que ofrecen al consumidor una experiencia muy similar a la del cigarrillo convencional, principalmente por la rapidez en que las concentraciones de nicotina llegan a la sangre y por el método de inhalación oral.
Desde su lanzamiento en 2003 sus creadores alegan que es “más sano” y “seguro”. Por su diseño de no dejar rastros de humo de tabaco o residuos físicos se ha convertido rápidamente en el favorito de los jóvenes. Ante esta realidad las personas se preguntan ¿aumenta el cigarrillo electrónico los riesgos de padecer cáncer?
Algunas tendencias consideran que los fumadores que combinan cigarrillos convencionales y los electrónicos tienen un riego menor que los que solo usan los convencionales. Esto nos lleva a pensar que si solo se consume cigarrillos electrónicos no hay riesgos de padecer cáncer de pulmón ¿es esto cierto?
Para responder estas interrogantes, hoy deseamos hablarte de los resultados de algunas investigaciones que abordan el tema, con el firme propósito de contribuir en la disminución del consumo de tabaco y nicotina como parte de nuestra lucha contra el cáncer.
Comencemos diciendo que, el cigarrillo electrónico consiste en la vaporización, por métodos electrónicos, de líquidos aromatizados y con sabor, a pesar de que los cigarrillos electrónicos no contienen tabaco, siguen conteniendo nicotina, el componente adictivo para los consumidores. Además, es también importante resaltar que el peligro de su consumo podría originarse del líquido que será vaporizado, el cual, de acuerdo a varios estudios realizados, contiene componentes potencialmente cancerígenos para los seres humanos.
Una de estas investigaciones es la publicada en el International Journal of Environmental Research and Public Health, donde se presentan resultados del análisis químico del líquido de 42 cigarrillos electrónicos de 14 diferentes marcas. Entre las sustancias encontradas se encuentran:
Formaldehídos: empleado para la elaboración de algunos pegamentos y adhesivos. Se han clasificado como cancerígenos (en humanos) por entes como la Agencia Internacional de Investigación del Cáncer (IARC), el Instituto Nacional del Cáncer (NIH) y el Programa Nacional de Toxicología integrado por diferentes dependencias del Departamento de Salud y Servicios Humanos de EE. UU.
Benceno: encontrado en el petróleo crudo y utilizado para hacer fibras sintéticas, detergentes y algunos pesticidas. El humo de cigarrillo de los fumadores habituales es otra fuente de exposición al benceno. El NIH aclara que la exposición al benceno podría aumentar el riesgo de padecer leucemia y otras enfermedades de la sangre.
Acroleína: se utilizada como herbicida. El Departamento de Salud de New Jersey señala que espirarla puede irritar los pulmones, causando tos o falta de aire. Puede causar acumulación de líquido en los pulmones (edema pulmonar). La exposición alta o repetida a niveles más bajos puede llevar a daño pulmonar permanente. En una investigación realizada por los departamentos de medicina medioambiental, patología y medicina de la Universidad de Nueva York se concluyó que "la acroleína es probablemente la verdadera variación que causa el cáncer de pulmón inducido por el tabaquismo".
Otros componentes altamente tóxicos para el aparato respiratorio u otros órganos como el dietilenglicol.
Una investigación publicada en el New England Journal of Medicine, revela que la exposición a las sustancias que mencionadas anteriormente podrían generar alteraciones en el ADN (asociadas frecuentemente al desarrollo del cáncer), aumentar la respuesta inflamatoria e incluso incrementar la susceptibilidad al rinovirus humano (uno de los virus causantes del resfriado común). Este último detalle se torna relevante ante la actual pandemia del coronavirus.
En un comunicado de la Organización Panamericana de la Salud (OPS) y la Organización mundial de la Salud (OMS) publicado en 2020 se puede leer “Cada vez hay más pruebas de que los cigarrillos electrónicos podrían estar asociados con lesiones pulmonares. Así mismo, en algunos países hay una creciente evidencia que los adolescentes que los usan duplican sus posibilidades de comenzar a fumar más adelante en la vida”.
Entonces, ¿se puede decir que el uso de los cigarrillos electrónicos causa cáncer de pulmón? No se puede concluir de manera contundente al respecto ya que el tiempo de desarrollo de cáncer de pulmón es relativamente alto, por lo general los pacientes de cáncer de pulmón son diagnosticados entre los 55 y 75 años de edad.
Desde la invención del cigarrillo electrónico hasta la fecha han transcurrido menos de 20 años por lo que no se pueden desarrollar estudios clínicos con individuos de prueba que cumplan las condiciones básicas; consumidores del producto durante un prolongado tiempo.
Todo estudio que se realice fuera de estas condiciones puede generar pie a dudas. Las empresas comercializadoras usan este hecho al argumentar que no existen pruebas que relacionen la práctica de uso del producto con el cáncer de pulmón.
Pero como hemos visto un análisis comparativo de la química de los cigarrillos electrónicos y los cigarrillos a base de tabaco revela en ambos casos la presencia de compuestos que generan pueden cáncer. El comunicado de la OPS/OMS, mencionado anteriormente, dice que aunque los cigarrillos electrónicos llevan relativamente poco tiempo en el mercado, la OMS ha aprobado recomendaciones para la regulación de su uso para proteger a la población, especialmente los jóvenes.
Los productores y defensores de los cigarrillos electrónicos argumentan, entre otras cosas, que además de no tener tabaco las concentraciones de nicotina son menores que las de cigarrillo tradicional, lo cual los hace más seguros. Al respecto el investigador principal de los departamentos de medicina medioambiental, patología y medicina de la Universidad de Nueva York, Moon-shong Tang, dijo "Si la gente recibe la impresión de que al eliminar o reducir cualquier carcinógeno del humo del cigarrillo se crea un producto seguro en cuanto al cáncer de pulmón, eso sería incorrecto".
Por su parte, Carlos Jiménez, presidente de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica, advierte que “aunque las sustancias tóxicas son menores que las de un cigarro tradicional, estos aparatos contienen carbonilos en cantidades que ponen a sus consumidores en riesgo de desarrollar cáncer.
Además, se incrementa la facilidad para que las que las células del aparato respiratorio de los jóvenes sean afectadas por el neumococo, por lo que desde el punto de vista sanitario son tan perjudiciales como el cigarrillo tradicional”. Añade “No existe ningún nivel de exposición a los productos con nicotina que sea seguro”.
En la ANCEC sabemos que no debemos esperar a que pase el tiempo para conocer las consecuencias del uso de los cigarrillos electrónicos sobre la salud, se debe tomar medidas para disminuir su consumo. Por esta razón, en nuestro compromiso con la salud, la prevención y lucha contra el cáncer desde 1992 hemos desarrollado el programa “Cazadores de Humo”, que tienen como propósito es fomentar estilos de vida saludables y crear oportunidades de aprendizaje sobre los efectos negativos del tabaco, y en general de los cigarrillos, en la salud a corto y largo plazo.
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